martes, 16 de julio de 2013

José

José discute en la mesa durante la cena con su abuela. Él sabe que a pesar de estar siendo insolente tiene razón en lo que dice. Ésto lo impulsa a seguir con su argumento. En un momento dado, su abuela le dice entre gritos de la familia al mejor estilo tano: -Vos siempre le buscás la cuarta pata al gato!
José sabe que no es así el dicho: - Es la quinta pata, no la cuarta!
-Ves?!

Manu

Aunque Manu sabe que es muy malo haciendo malabares o artesanías, muy malo cantando o pintando, él es un artista callejero. Él sabía que podría haber sido un buen contador con un autaso y un caserón, se le daban bien los números. Manu, volviendo a su pensión en su crotosa bici, no se arrepiente.

Sofía

En la YPF de Octavio Pinto trabaja Sofía. Ella cree que es algo temporal, para ganar plata mientras estudia. En una húmeda noche de diciembre escucha aburrida la radio con sus grasientos auriculares. Ahora un cliente se acerca caminando al surtidor de Super. Sus manos llevan un bidón vacío, su cara deja entrever una mezcla de angustia y ansiedad. Ella llega hasta él con paso rápido y él le pide que le llene el bidón. Saca varios billetes del bolsillo de su camisa de mangas cortas cuadriculada (amarilla y roja). Sofía le cobra: -Te hago un ticket? - No, así está bien. Sofía le agradece en silencio el no tener que hacer el trámite, pero no sabe sobre la piromanía del cliente.

Rubén

Rubén salió de los túneles del subte que recorría en su camino al trabajo. El viento de marzo hacía ondear su pelo y barbas que eran del color de la ceniza. Cansado de caminar con el bastón de pino que auxiliaba su resentida rodilla tomó asiento en el despintado banco de la esquina de la concurrida plaza. Un joven se le acercó, y confundiéndole con un indigente (por su aspecto), le guardó un billete en el bolsillo frontal de su desalineado sobretodo. Sin prestar atención, el viejo Rubén observa las palomas y golondrinas que se afanan en comer todas las migas de pan que en el suelo se encuentran, mientras enciende un cigarrillo Marlboro. Disfruta cada vez que sus secos labios entran en contacto con el filtro, disfruta cada bocanada que se abre paso hasta sus alvéolos. Disfruta cada vez que relaja su tórax y como una chimenea libera todo el humo que se difumina en la fría mañana. Disfruta éste cigarrillo como si fuera el último. De pronto, ACV.

Tomás

Tomás decidió recrear los juegos de su niñez con la esperanza de revivir a su niño interior. Saltimbanquiando entre las callejuelas de adoquines frena en una casa al azar. Toca el timbre de la blanca puerta (ring), y espera a que abran la puerta. Cuando se abre la puerta, y ante la inquisidora mirada de la gorda dama frente a la puerta, Tomás se encoje de hombros y dice: Me olvidé de como hacer el Raje...

Rin

Rin era especial. Cuando comía las blancas flores de la luna podía tomar la forma de ciertos animales. Entre ellos su preferida era la golondrina. Sentía un regocijo inmenso cuando sobrevolaba los extensos bosques de acacias. Con el tiempo sus lapsos como ave se fueron extendiendo cada vez más, y con ésto sus preocupaciones se fueron disipando, reemplazadas por el goce de la libertad que sentía al volar. Si alguna vez Rin hubiera intentado volver a su forma humana, le habría sorprendido el hecho de no poder hacerlo.

Alberto

Mientras cruzaba la habitación repleta de personas Alberto sufría en silencio. No comprendía los rituales de socialización de la gente normal. Él se sabía diferente a los demás, y asistía a los eventos por mero compromiso. Alberto no veía la hora de salir de allí. Al otro lado de la sala, entre la muchedumbre, otra persona pensaba lo mismo.